La mayoría de los dolores de espalda no son congénitos ni se deben a accidentes, caídas o lesiones deportivas: sencillamente son consecuencia de un exceso de tensión nerviosa o emocional, que se puede traducir en rigidez muscular.
O se deben a las malas posturas, la inactividad y la debilidad de los músculos abdominales, así como a cargar demasiado peso o hacerlo de forma incorrecta.
La mejor forma de cuidar la espalda es fortalecer los músculos abdominales, acostumbrarse a adoptar la postura adecuada cuando se está de pie o sentado, y practicar los estiramientos que resultan más apropiados en cada caso.
3 POSTURAS ANTIDOLOR DE EFECTO RÁPIDO
Postura contra el dolor que se irradia hasta las piernas
Los dolores de espalda pueden ser muy fuertes e irradiar hasta las piernas.
En estos casos ayuda adoptar una postura especial que libera la espalda de toda carga, consigue una abertura máxima del canal neural y elimina el dolor rápidamente.
- Tumbarse boca arriba.
- Ladearse de manera que el lado de la espalda más afectado quede arriba.
- Colocar bajo la columna, a la altura de las lumbares, un rulo cervical o una toalla enrollada.
- Flexionar la pierna de debajo y estirar la de encima.
- Girar el torso de manera que el brazo de debajo quede del lado de la espalda y el de arriba por delante. La cabeza debe reposar sin tensiones.
- Permanecer así un mínimo de 10 minutos. Abandonar la postura si aumentan las molestias.
Recogerse: la postura del niño
Un estiramiento que resulta muy fácil y consigue relajar toda la espalda es el que en yoga se conoce como la «postura del niño» o Balasana, acaso porque evoca la posición fetal, excelente para la columna.
Esta postura se adopta en yoga para descansar pero también sirve después de un día ajetreado o para relajarse tras hacer ejercicio, porque elimina la tensión en la parte baja de la espalda, las caderas y el cuello.
Arrodíllate en el suelo, siéntate sobre los talones e inclínate hacia delante para acercar el pecho a las rodillas y la frente al suelo, con los brazos a lo largo del cuerpo.
Hay que respirar profundamente, relajar los músculos y aquietar los pensamientos por lo menos durante un par de minutos.
Recogerse y estirar los brazos
La misma postura se puede hacer también estirando los brazos adelante, separados el ancho de las caderas y con los codos un poco flexionados. Se tira hacia delante con los dedos y se presiona las nalgas.
Empujando suavemente con las palmas contra el suelo resulta más fácil sentarse sobre los talones.
Tras unos minutos de respiración profunda se vuelve a la postura del niño básica, con la cabeza gacha y llevando las manos hacia los pies, con las palmas hacia arriba.
En yoga, las manos se relajan junto a los pies, con las palmas hacia arriba, pero se pueden colocar sobre los riñones. Si te cuesta sentarte sobre los talones, coloca una toalla enrollada entre los muslos y las pantorrillas. Si la frente no llega al suelo, puedes dejar que la cabeza cuelgue.