Esta es la historia de las bolsas Balenciaga. ‘Era una cosa nueva y fresca, pero parecía algo viejo, bueno y familiar’, dijo una vez Nicolas Ghesquière, al intentar describir la bolsa Biker de Balenciaga.
Ghesquière, era en ese momento el director creativo de Balenciaga, y tenía razón: este accesorio icónico, de nombre completo Le Dix Motorcycle Lariat, era simpático, y extremadamente bueno, pero no se veía retro, aunque pareciera artísticamente envejecido.
Y es que parece que ha estado con nosotros desde siempre. Esta bolsa es un accesorio confeccionado en suave piel de cordero con largas borlas de cuero. Sus tachuelas plateadas, sus pequeñas hebillas en las esquinas inferiores y, por supuesto, ese característico espejo adosado, la convierten en un ícono. Pero la verdad es que casi no veía la luz.
Tenemos que remontarnos al año 2001. Ghesquière había diseñado algunos prototipos de lo que se conocerá en la calle como la Biker, y a su casa matriz, francamente, no le gustó el prototipo.
Demasiado blanda, demasiado carente de estructura, pensaban. Y es cierto que, por aquel entonces, los bolsos de diseño de estructura rígida, muchos de ellos con logotipos grandísimos, colgaban de los brazos más chic. Como contó Ghesquière a un periodista en 2011: ‘Los accesorios [en aquella época] eran rígidos. La piel de lujo, sobre todo, tenía que ver con la rigidez. Así que no estaban muy contentos y decidieron no producirla’. Finalmente, sus jefes acordaron que la maison podría fabricar unas 25 de estas bolsas, para llevarlas a la pasarela.
Pero entonces llegaron las modelos, esas pronosticadoras, como una suerte de canarios sartoriales dentro la mina de carbón de una industria que puede llegar a ser muy cuadrada. Echaron un vistazo a esa cosa blanda con flecos y se preguntaron: ¿Es vintage? ¿Es nueva? ¿Puedo tener una? Nada menos que la mismísima Kate Moss exigió una bolsa, y como todo el mundo, desde Topshop hasta los proveedores de brazaletes de diamantes Art Deco han aprendido, cuando Moss presta atención en algo, no debe tomarse a la ligera.
Pero Moss, como la creadora y musa de estilo estelar que es, no es la única responsable del ascenso de la bolsa. Esta bolsa de diseño se ajustaba a su tiempo y contexto, con un aire de despreocupación, su mezcla de elegancia bohemia (sin esfuerzo) y su capacidad para atravesar esa frontera que desaparece rápidamente entre la ciudad y el campo. Y no era para menos: Todas querían una de estas porque no tenían nada parecido.
Con el éxito llegarían una variedad de modelos distintos, todos con sutiles diferencias, y todos argumentando ferozmente que debían ser parte de una colección. La versión original se llamaba City, con una relajada forma rectangular, pero pronto apareció también la Velo, que se inclinaba más hacia lo cuadrado; la Part Time, y la Work, con sutiles variaciones reconocibles al instante por los entendidos; la Town, la Polly, la Mini Pom Pom.
La bolsa cuyo nombre lo dice todo, Envelope, y el obvio Twiggy (muy delgado). La primera versión de la Biker sólo estaba disponible en negro o marrón, pero la casa, que no se caracteriza por ser tímida, pronto las puso a disposición en un arco iris de colores. En lugar de un tono negro neutro sombrío, la Biker puede ser de color lavanda o lima, caqui o rosa pálido, e incluso a rayas o con grafitis, en una explosión de exuberancia.
Resumiendo el encanto de estas bolsas, y su teoría de por qué han sobrevivido y prosperado durante los últimos 20 años, Ghesquière ha dicho: ‘Sin logotipo. Muy ligera. Muy eficaz. Hay algo familiar en su aire vintage. Las mujeres y las chicas pensaron que era algo que siempre tendrían en sus armarios’. Y luego añadió esta última y quizá la mejor explicación: ‘Puedes ser una chica Balenciaga con esta bolsa’.
Bolsa City


